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Rayden: “Odiar es una posición débil. De gente que no tiene nada que aportar”

El rapero madrileño acaba de lanzar Sinónimo, un disco contestatario y contundente en el que tanto clama contra la monarquía como contra el machismo.

Para Rayden (Alcalá de Henares, 1985) es importante acudir al arte para espolear conciencias. El madrileño David Martínez (así figura en su DNI) se crece como autor e incluso como productor en su nuevo disco, Sinónimo. Un disco en el que aborda temas como la ley mordaza, la monarquía, la corrupción, el machismo y la ansiedad (él mismo la sufrió durante la elaboración del compacto). Sinónimo es su álbum más sincero. Y más incisivo.

¿Qué sinónimo es el que mejor se adapta a Rayden?

Versatilidad. Creo que intento hacer lo más inabarcable posible, y mostrar algo que no esté manido. A la hora de tratar y tocar temáticas, busco la minucia, el ingenio, la parte más creativa que no esté muy usada. El camino intransitado.

¿Y el sinónimo de David Martínez?

Caos organizado. Con todas las connotaciones, positivas y negativas.

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Las colaboraciones en un disco de un artista de hip-hop son habituales, pero no tanto que vengan del mundo indie, por buscar una palabra que englobe las de tu nuevo álbum. En el anterior ya reclutaste a nombres como Rozalén o Marwan, pero me gustaría que explicaras qué te ha llevado a recurrir ahora a Bely Basarte (en Careo); a Iván Ferreiro (en La levedad); a Andrés Suárez (en Un solo ser); a Rufus T. Firefly (en Mangata), y a Pablo López (en Abrazos impares).

A la hora de colaborar siempre he buscado contar con gente que podía ayudarme a redondear una canción, llegar al punto que quería de madurez, de matices, de texturas…

Espera, ¿no les pasas la canción ya hecha?

No, no. Cuando tengo una temática que a la hora de construir veo flecos, me reúno con ellos y les digo ‘tengo esta idea primigenia…’. Y la construimos juntos. En el caso de Bely, vi que este tipo de temas solo los puedo hacer con ella. Con Iván tenía muy claro que quería elaborar el concepto de la levedad pero también la dualidad de edad-leve. Porque la levedad también muestra la inquietud de no saber si lo que estamos viviendo es una etapa que pasará o algo que ha venido para quedarse. E Iván, en canciones como Turnedo, y en muchísimas más, siempre ha sabido verbalizar emociones muy concretas. Con Andrés fuimos dos amigos que nos juntamos para hacer música. Y el resultado fue tan bonito que quedamos en que el primero que sacase su disco se lo quedaba. Lo propuse yo porque sabía que el mío saldría antes [risas]. En el tema de Rufus T. Firefly hablamos de Mangata, una palabra sueca sin traducción al castellano que significa: camino de luz que dibuja la luna por el agua hasta morir en la orilla. Rufus T. Firefly trabaja muy bien la psicodelia, el mundo onírico, la inventiva, así que era ideal para la canción. Y para la más emotiva y épica, lo tuve claro: tenía que recurrir a Pablo López. Quería su piano y una voz que sirviera como punto de inflexión en el que todo creciese.

Estilísticamente es evidente tu volantazo popero. Algunos insisten en preguntarte si no temes perder adeptos. ¿Cómo han reaccionado realmente tus seguidores?

Todavía no he visto una crítica mala. Ni de medios ni de público. Como he seguido una línea tan coherente, nadie se ha perdido en la etiqueta de ‘¿y esta colaboración…?’ Se han quedado con lo que importa: la canción. Sin perderse en lo superfluo.

«Me muestro como un libro abierto. Pero siento que el público no solo me ha abrazado, sino que me ha premiado»

Sinónimo toma el relevo de Antónimo (que llegó a ser número 1 en ventas). El próximo será Homónimo, que verá la luz en el 2021. ¿Por qué este planteamiento de continuidad, de trilogía?

En realidad, nació así desde el 2008 cuando estaba escribiendo mi primer disco en solitario, que salió en el 2010. Tenía claro que la primera trilogía debía servir para darme a conocer, a modo de carta de presentación. Y, después, tuve también claro que quería hacer una nueva trilogía, en torno a la palabra. Documentándome, me di cuenta de que el idioma se había construido primero por la contraposición de términos: si esto no es una caverna, es… Así se fue creando el vocabulario. Luego, vinieron los sinónimos, la búsqueda de la semejanza, la equivalencia.  Y a partir de estos elementos, lo que sigue es buscar la propia identidad con los homónimos. Por eso quise seguir este coherente orden en mi discografía. Del 2010 al 2021 el camino de mi carrera musical está claro. Pero, después, no sé qué pasará. Será un terreno por explorar.

De hecho, Sinónimo ya es muy Homónimo. Plasmas tu identidad en varios frentes. Con Antónimo ya pudiste formar una banda y defender tu sonido, pero es que en este te responsabilizas, por primera vez, de las músicas, las letras e, incluso, de la producción. ¿Qué te ha llevado a dar todos estos pasos?

Sobre todo, un ejercicio de madurez, tanto musical como de composición de textos. Me veía capaz. Y sabía que para hacer un disco tan personal, donde había que hurgar mucho, donde creo que me he expuesto ¡más de lo que debería…!

¿Por qué dices esto?

Porque me muestro como un libro abierto. Pero siento que el público no solo me ha abrazado, sino que me ha premiado. Pensaba que si yo no hacía las músicas y las letras, restaría credibilidad. Si no me juntaba con mi banda y creaba también el colchón sonoro, restaría también un poquito de verdad y de coherencia emotiva.  Por esto quería hacerlo así. Ni mejor ni peor: verdad.

Déjame detenerme en algunas piezas. En Gargantúa, por ejemplo, cantas: “Que llamen producto a lo que yo llamo ruido. Me miran de reojo/ pero odiar es para flojos”. ¿Cómo se te ocurrió esta última (gran) frase: ‘odiar es para flojos’?

Hago referencia al intento de los artistas de denostarse entre ellos, ya sean veteranos o jóvenes. Por un lado, está la vieja guardia, y no hablo solo de rap o de la música, que parecen Saturno queriendo comerse a sus hijos por miedo a que le quiten lo que consideran suyo. Y, por otro, está la nueva guardia y su intento de ser el hijo que mata al padre para trascender con su vanguardia. Sin transgredir, pero a base de denostar a los demás. Y quería mostrarme como un bicho al que dan de comer aparte, que va por otros derroteros. Me parecía muy ingeniosa la imagen de Gargantúa, un gigante que el pueblo alimentaba con montones de vacas y terneras. Esta canción muestra mi amor por la escritura y cómo me apena que algunos se pierdan en la parafernalia, en el postureo, en el artificio. En todo lo superficial que no va a dejar huella. Es algo que me supera. Como persona que ama la música y el arte, me mata que no tengan más propuestas que vilipendiar. Por eso digo que odiar es una posición débil. De gente que no tiene nada que aportar.

Cuando el mismísimo Sabina soltó que “el rap actual es de analfabetos y para analfabetos”, tu respuesta, vía Twitter, fue fulminante: “No me preocupa lo que piense una persona de 69 años de un estilo de música que tiene 33”. ¿Te sorprendió que Sabina dijera algo así?

No, no me sorprendió. Pero creo que se equivocó a la hora de verbalizarlo porque no se estaba refiriendo al rap, sino al trap, a la música electro-latina urbana. Así que no me doy por aludido. Lo raro es lo que me pasa a mí: tengo 33 años, justo los años que tiene este estilo de música en España, y he conseguido atraer a distintas generaciones. El otro día comprobé que me estaba siguiendo Serrat. Y a mis conciertos viene gente de todas las edades. Volviendo a Sabina, en cierto modo lo veo normal. A mí me costaría mucho adecuarme a según qué estilos. Y lo que Sabina está haciendo con el rap también lo hace gente de mi edad con el trap. Lo está denostando por norma. Primero escucha y, luego, con un poco de conocimiento, intenta dar tu visión. Por cierto, Gargantúa la escribí antes de que pasase esto de Sabina. Y cuando leí sus declaraciones, pensé: mira, potencia lo que yo pienso y digo en esta letra.

En esta, y en otras letras, clamas contra los recortes, el drama de la inmigración, los raperos encarcelados… La carga política y contestataria, ¿es clave en tu propuesta?

Hay pensamientos, reacciones que se me activan y necesito sacarlos. Me sirve para regular presiones. No creo que tenga un mensaje panfletario. Sí que soy crítico. Conmigo mismo, en la canción Los dioses también sangran, y con la realidad que me rodea y que padezco. Me da pena que haya artistas que, siendo puntas de lanza en sus estilos, se mantengan ajenos a lo que sucede, a las injusticias. Parece que no coman ni caguen. Como oyente, me gustaría escuchar sus reflexiones. Hacer una escucha activa de lo que opinan y dicen. Saber cómo respiran. Que se involucren en muchas causas. Verles despiertos emocionalmente ¡y socialmente!

«Que dejen el ego de lado y empiecen a escuchar y a aprender»

Y en Caza de pañuelos arremetes contra las agresiones sexuales con frases como: “¿La N o la O? ¿Qué parte del no es la que nunca entienden?” y “Mira como viste, seguro que le gusta”. ¿Qué tiene que pasar para que la sociedad sea consciente de los peligros del machismo?

Primero, que dejen el ego de lado y empiecen a escuchar y a aprender. Esta es la primera canción que compuse del disco y a día de hoy creo que no la hubiera escrito por mi posición de hombre. Hubiera querido que mi capacidad de difusión rebotara en una mujer. Que la voz cantante fuera una mujer. Ahora me chirría un poco. Hay gente, incluso mujeres, que la usan como himno y no debería ser así, porque lo ha hecho un hombre.

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¿Y qué más da, si el mensaje es lo que importa?

No. No tengo que dar un paso atrás y estar en continuo aprendizaje. Es una canción con carácter benéfico y el videoclip está copado de mujeres a las que admiro, considero referentes y fuentes de inspiración. Pero, al fin y al cabo, el rédito parece que me lo lleve yo. Esta temática tengo que defenderla desde otro punto. Esta será la última gira en la que la interprete yo. Me gustaría hacer una versión que la cantasen solo mujeres. Esta pieza nació desde el compromiso, pero hay una delgada línea entre el compromiso y la autorrealización.

¿Qué mal hay en la autorrealización?

Pues que ahí hay una necesidad de rellenar el ego mientras que en el compromiso, no. Compromiso es hacia afuera. Autorrealización, hacia dentro.

“Vivo en una sociedad donde se gastan el dinero de pensiones y no pasa nada./ Vivo en una sociedad donde rescatan a los bancos con millones que tú luego pagas”, cantas en Hablo bajito. Pero la estrofa más llamativa es cuando aseguras que “el único Borbón bueno es el asesinado”.

Lo escribí la semana en la que imputaron a un artista rap,secuestraron un libro de las estanterías, de las librerías, retiraron cuadrosde la feria de Arco y, paradójicamente, murió Forges. Una semana negra para lalibertad de expresión. Y lo que más repetían, porque fue el título de unacanción coral, es que ‘Todos los ladrones son unos borbones’. Por el mismohartazgo, pensé que no podemos caer en la autocensura: lo peor que puede pasar.A mí me gusta ser elegante, incisivo, agudo, ácido, ingenioso, y no callarme. Yse me ocurrió, sin buscar la polémica, recordar este suceso histórico que tantohan acallado y escondido bajo la alfombra: la muerte o asesinato del hermanodel rey emérito.

Ya que viajamos al pasado, ¿qué queda del Rayden que se presentaba a las batallas de gallos [llegó a ser campeón mundial de la Red Bull Batalla del año 2006]?

  • Pues todo. Fue un pasatiempo. Tuve la suerte de que se me daba bien. Pero, realmente, lo que hago mejor es componer texto. Lo que mejor se me da es la escritura reposada, analizada, pensada.

De ahí que probaras fortuna (y triunfaras) como escritor. ¿Habrá un nuevo libro, tras el éxito cosechado con títulos como TErminAMOs y otros poemas sin terminar? En mayo del 2016 vendías el doble de libros que de discos.

Si, en marzo publicaré El mundo es un gato jugando con Australia. Muchas veces cuando a gente algo le va mal se queja diciendo que la vida es perra. Y nadie se ha parado a pensar que a lo mejor lo que pasa es que ¡la vida es gata! La de veces que la vida llama a tu puerta, tú la abres y no pasa por ahí porque… la vida tiene actitudes muy felinas.

¿Recuerdas cuál fue la temática de tu primera canción? ¿Qué edad tenías?

Claro. Trataba de la muerte. El título ya lo dice todo: La muerte nunca viene sola. Y la escribí con 15 años.

Larga vida a Rayden y a su (precoz) vocación por cantarle las 40 a las injusticias.

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